Vaginitis atrófica posmenopáusica – Síntomas y tratamiento
A estas alturas, todos hemos aceptado el hecho de que el envejecimiento es inevitable. Puesto que no podemos evitarlo, podemos, en el mejor de los casos, hacer cosas que nos ayuden a envejecer con gracia.
Un número cada vez mayor de mujeres prevé y se prepara para la disminución de la firmeza de los senos, las arrugas y la pérdida de densidad ósea, pero, por desgracia, muy pocas piensan en el envejecimiento de sus vaginas.
De acuerdo, éste podría ser un tema que a muchas de nosotras nos da escalofríos. Pero lo cierto es que la vagina, como el resto del cuerpo, también envejece y experimentará sus propios cambios. Todos esos años de fluctuaciones de peso, actividad sexual, entrenamientos de alta intensidad, cambios hormonales y, posiblemente, el parto, están destinados a tener un impacto en la salud y la apariencia de tu vagina y sus músculos. Esto puede dar lugar a una serie de afecciones vaginales, especialmente a medida que envejeces, siendo una de las más comunes la vaginitis atrófica posmenopáusica.
¿Qué es la vaginitis atrófica posmenopáusica?
También llamada «vaginitis atrófica», «atrofia vaginal», «atrofia vulvovaginal» o «atrofia urogenital», la vaginitis atrófica posmenopáusica es una inflamación de la vagina, causada por el adelgazamiento y la contracción de los tejidos y una disminución drástica de la secreción de lubricante vaginal.
La vaginitis atrófica es una afección provocada en gran medida por la disminución de los niveles de estrógeno en el cuerpo de la mujer. Por este motivo, la afección puede desarrollarse no sólo en mujeres menopáusicas, sino también en mujeres que acaban de entrar en el periodo premenopáusico, un momento que marca el inicio de la deficiencia de estrógenos en el organismo.
¿Es frecuente la vaginitis atrófica posmenopáusica?
La vaginitis atrófica es muy común en las mujeres posmenopáusicas y, lamentablemente, es una afección médica que experimentará la mayoría de las mujeres posmenopáusicas en algún momento de su vida. Los síntomas relacionados con la vaginitis atrófica, como la sequedad vaginal y el dolor durante el coito, afectan a entre el 20% y el 45% de las mujeres de mediana edad y mayores.
Sin embargo, los expertos creen que esta afección es probablemente mucho más frecuente de lo que afirman las estadísticas. Debido a la naturaleza privada de la atrofia vaginal, sólo una minoría de las mujeres afectadas acaban buscando ayuda, e incluso si lo hacen, muy pocas reciben la orientación adecuada de sus profesionales sanitarios.
Causas de la atrofia vaginal posmenopáusica
En realidad, es la falta de estrógenos lo que causa la vaginitis atrófica. Sin estrógeno, el tejido vaginal comienza a adelgazarse y finalmente se seca, haciendo que el tejido pierda su elasticidad y se vuelva más susceptible tanto a lesiones como a infecciones.
Nota: Dado que los niveles de estrógeno empiezan a disminuir alrededor de la menopausia, la mayoría de la gente tiende a pensar que es la propia menopausia la que causa esta afección. Sin embargo, la disminución de estrógenos también puede producirse en otros momentos además de la menopausia, por ejemplo
Durante la lactancia
Tras la extirpación de los ovarios (que provoca la menopausia quirúrgica)
Después de la quimioterapia
Después de radioterapia pélvica
Después de la terapia hormonal (para el tratamiento del cáncer de mama)
¿Existen factores de riesgo específicos?
Algunas mujeres son más propensas que otras a desarrollar vaginitis atrófica. Si una mujer nunca ha tenido un parto vaginal, es más propensa a desarrollar atrofia vaginal en comparación con las que sí lo han tenido.
Dado que fumar dificulta la circulación sanguínea y priva de oxígeno a la vagina y a otros tejidos, puede acelerar el adelgazamiento del tejido vaginal. Por lo tanto, fumar también puede aumentar el riesgo de que una mujer desarrolle vaginitis atrófica.
Síntomas de la vaginitis atrófica posmenopáusica
Algunos de los síntomas comunes a los que se enfrentan las mujeres tras contraer vaginitis atrófica son los siguientes:
Dolor durante el coito: Esto puede deberse a que la vagina es de menor tamaño, está mucho más seca y es menos probable que libere secreciones que favorecen la lubricación durante las relaciones sexuales, a diferencia de lo que ocurría antes de la menopausia. Dado que la vaginitis atrófica también hace que el tejido vaginal sea más frágil, puede hacer que las relaciones sexuales resulten aún menos cómodas.
Molestias: Puede producirse si la vulva está inflamada, dolorida y enrojecida.
Picor: La vaginitis atrófica hace que la piel que rodea la vagina sea más sensible y fácilmente susceptible a las infecciones. Esto puede hacer que la piel de la vagina empiece a picar con frecuencia, iniciando un ciclo de picor-rascado difícil de romper y, por tanto, más angustioso.
Flujo vaginal: Si notas un flujo blanco o amarillo en tu ropa interior, puede ser un signo de vaginitis atrófica. Sin embargo, si el flujo tiene un olor distinto y desagradable, es más probable que se trate de una infección.
Infecciones vaginales: La vaginitis atrófica hace que el pH de la vagina sea ácido, lo que facilita que los microbios dañinos, como las levaduras y las bacterias, prosperen y causen infecciones vaginales. La pérdida de estrógenos también reduce la inmunidad general de las paredes vaginales, lo que hace que la vagina sea incapaz de resistir a las bacterias patógenas causantes de infecciones.
Problemas urinarios: La vaginitis atrófica también puede provocar problemas urinarios, debido a que los tejidos del tracto urinario o de la vejiga se vuelven finos y débiles, lo que a su vez puede dificultar e incluso hacer dolorosa la micción.
Infecciones urinarias: La vaginitis atrófica también aumenta el riesgo de atrofia del sistema urinario (también conocida como atrofia genitourinaria). Las infecciones urinarias relacionadas con la atrofia suelen presentar síntomas como micción frecuente o más urgente y/o sensación de quemazón al orinar.
Diagnóstico de la vaginitis atrófica posmenopáusica
El médico realizará un examen exhaustivo y preguntará detalles sobre el historial médico de la paciente. También preguntará detalles sobre el uso de determinados agentes, como jabones y perfumes, ya que podrían irritar aún más las zonas inflamadas de la vagina y causar o agravar los síntomas.
A continuación, se realizará un examen pélvico y de los genitales externos para buscar signos físicos de vaginitis atrófica, como por ejemplo
Falta de elasticidad vaginal
Vello púbico escaso
Vagina pálida, lisa y brillante
Genitales externos delgados
Protuberancias en las paredes vaginales
Se realizará una prueba de pH o acidez de la vagina. En condiciones normales, la vagina debe tener un pH de 4,5 o menos. Un pH de 4,6 o superior es un indicador de vaginitis atrófica.
El médico también puede solicitar un cribado de infecciones mediante la realización de frotis vaginales y análisis de orina, especialmente si hay flujo o sangrado. Algunos ejemplos de infecciones que podrían estar presentes son la endometritis, la candidiasis y la vaginosis bacteriana. Dado que la vaginitis atrófica puede hacer que la zona vaginal sea más susceptible a las infecciones, también puede aparecer junto con una infección.
Para descartar la posibilidad de diabetes, el médico también realizará un análisis de sangre junto con una prueba de diabetes.
Tratamiento de la vaginitis atrófica posmenopáusica
Las estrategias de tratamiento suelen variar de una mujer a otra, en función de los síntomas más molestos, y pueden incluir uno o varios de los siguientes:
1. Cremas, comprimidos o anillos de estrógenos
Dado que la vaginitis atrófica se debe principalmente a la falta de estrógenos en el organismo, la reposición de estrógenos en los tejidos puede ayudar a menudo a aliviar muchos de los síntomas. Esto puede hacerse mediante la aplicación tópica de una pomada o crema de estrógenos, o introduciendo un comprimido de estrógenos en la vagina. También puede recetarse un anillo blando y flexible que libera la hormona estrogénica a un ritmo lento y controlado cada día. Un anillo de estrógenos suele durar hasta tres meses.
Nota: Las cremas de estrógenos no deben utilizarse para lubricar las relaciones sexuales si se utilizan métodos anticonceptivos de látex, como preservativos y diafragmas. Esto se debe a que la crema puede dañar el látex, haciendo que tu anticonceptivo no sea apto para el sexo seguro. Por lo tanto, cuando utilices preservativos o diafragmas, o cualquier método anticonceptivo fabricado con látex, es mejor que utilices comprimidos vaginales de estrógeno o anillos vaginales de estrógeno. Otra buena opción son los geles lubricantes.
2. Terapia hormonal sustitutiva
Consiste en tomar estrógenos en forma de gel, comprimidos o parches. Dado que este método de tratamiento suministra estrógenos a todo el cuerpo, suele ser el mejor tratamiento para aliviar los síntomas de la vaginitis atrófica, especialmente si la paciente experimenta otros síntomas típicos de la menopausia.
Sin embargo, la terapia hormonal sustitutiva no está pensada para todo el mundo, ya que puede conllevar una serie de complicaciones. Por lo tanto, es aconsejable consultar con su médico para ver si la Terapia Hormonal Sustitutiva es necesaria para usted.
3. Lubricantes e hidratantes vaginales
A veces, la sequedad vaginal es el único problema. En los casos en los que no se recomiendan las cremas hormonales debido al riesgo de otros problemas médicos, los humectantes o geles lubricantes pueden ayudar. Los lubricantes pueden hacer que las relaciones sexuales sean mucho menos dolorosas, mientras que los humectantes vaginales pueden ayudar a restaurar el contenido de humedad de la vagina para aliviar la irritación y la sequedad vaginal.
Dependiendo de la gravedad de los síntomas y del método utilizado, el médico recomendará un tiempo de duración del tratamiento. Cada tratamiento funciona bien en la mayoría de los casos, pero si se interrumpe, los síntomas pueden reaparecer. Consulte a su médico en caso de que los síntomas no mejoren o reaparezcan una vez finalizado el tratamiento, ya que a veces pueden ser síntomas de otras afecciones.
En caso de que experimente cualquier tipo de sangrado vaginal, especialmente cuando esté recibiendo terapia hormonal sustitutiva, consulte a su médico lo antes posible.
Prevención de la vaginitis atrófica posmenopáusica
Aunque no sea posible prevenir por completo la vaginitis atrófica, sí es posible realizar ciertos cambios en el estilo de vida que pueden reducir los riesgos de contraer la enfermedad.
Lleve ropa interior cómoda: Considere la posibilidad de llevar ropa interior aireada y de algodón en todo momento; esto puede mejorar la circulación del aire alrededor de sus genitales y hacer que sea un caldo de cultivo menos propicio para las bacterias.
Manténgase sexualmente activo: Aunque la actividad sexual no tendrá ningún efecto sobre tus niveles de estrógeno, mejorará la circulación sanguínea en tus partes privadas y las mantendrá sanas durante más tiempo.
Haz ejercicio con regularidad: Al igual que el sexo, el ejercicio también mejora la circulación sanguínea y la inmunidad. Ejercicios como los kegels ayudan a fortalecer los tejidos y músculos que rodean las partes íntimas y protegen de las bacterias que causan infecciones.