Todo lo que debes saber sobre los problemas de vesícula en el embarazo
No cabe duda de que las contracciones de parto son el peor de los dolores en todo el cosmos. La regla número uno es no preguntar nunca a una madre lo dolorosa que fue su experiencia de parto.
Sin embargo, la gente afirma que el dolor de riñones y cálculos biliares puede dejarte desgarrada y llorando. La peor pesadilla de una madre cobra vida cuando tiene que sufrir estos dos problemas a la vez. Tener un cálculo biliar durante el embarazo es como sufrir un castigo.
Los cálculos biliares pueden ser extremadamente dolorosos y desconcertantes. Además, las mujeres tienen el doble de probabilidades de desarrollar cálculos biliares que los hombres.
El embarazo sólo puede aumentar el riesgo de problemas de vesícula biliar. En caso de problemas graves, la vesícula se extirpa durante el embarazo o después de que la madre se haya recuperado del parto.
La vesícula biliar
Tan fascinante es su nombre como su función. Se trata de un pequeño órgano en forma de saco situado bajo el hígado que almacena el jugo biliar segregado por el hígado. La bilis ayuda a digerir las grasas. En cuanto los alimentos llegan al intestino delgado, la vesícula biliar se contrae y segrega el jugo biliar, compuesto de agua, colesterol y sales biliares.
¿Qué problemas puede causar este órgano?
Si el jugo biliar contiene grandes cantidades de colesterol y menos cantidad de sales biliares, empieza a depositarse en la vesícula biliar, dando lugar a la formación de cálculos. Los cálculos biliares podrían obstruir los conductos de la vesícula biliar y aumentar aún más el riesgo de inflamación e infección. Esto se denomina cólico biliar.
El paciente experimenta un dolor punzante en la parte superior del abdomen tras una comida copiosa. Puede durar unos minutos o molestar durante horas, dependiendo de la gravedad. Otros síntomas son gases, hinchazón, sudoración e incluso fiebre.
¿Qué relación hay entre la vesícula biliar y el embarazo?
Las mujeres que han tenido problemas de vesícula biliar anteriormente corren un mayor riesgo de volver a padecerlos durante el embarazo. ¿Por qué? se preguntará.
La culpa la tiene la hormona del embarazo, la progesterona, que hace que los músculos del cuerpo de la madre se relajen; los músculos de la vesícula biliar también se ven influidos. Esto hace que la secreción de bilis sea más lenta y que la bilis sobrante pueda provocar la formación de cálculos biliares. Como ves, un poco fuera de la pista y un sistema del cuerpo podría volverse loco.
¿Cómo se diagnostica el problema de la vesícula biliar?
Es difícil identificar el problema sólo por los síntomas, ya que son similares a los síntomas del embarazo que puede estar experimentando la mujer. Sin embargo, estos últimos síntomas remiten al final del primer trimestre. Si tu médico sospecha que tienes problemas de vesícula biliar o experimentas un dolor agudo, que en ningún caso está relacionado con el embarazo, te lo confirmará mediante una ecografía.
¿Los problemas de vesícula afectarán a mi bebé?
El problema no tendría ningún efecto directo sobre tu bebé. Sin embargo, si presentas síntomas de infección, inflamación, vómitos y fiebre, tu bebé podría sufrir las consecuencias. Asegúrate de alimentarte bien y comer bien durante el embarazo. Tus médicos te sugerirán que evites ciertos tipos de alimentos; síguelo religiosamente.
¿Cómo se hace el tratamiento?
Al principio, tu médico intentará reducir los síntomas asociados a la enfermedad de la vesícula biliar. Tendrá que cambiar su dieta para comer menos alimentos grasos. También se aconseja hacer ejercicio.
El médico le proporcionará fármacos para reducir la inflamación y disminuir la necesidad de una intervención quirúrgica en la medida de lo posible; en todos los casos, se evita una intervención quirúrgica durante el embarazo hasta después del parto. Sólo en condiciones extremas, cuando la infección es grave y las demás opciones de tratamiento no son eficaces, los médicos optan por una intervención quirúrgica para extirpar el órgano.
Cirugía de la vesícula biliar
Se trata de una intervención quirúrgica menor que sólo requiere dos pequeñas incisiones en el abdomen para extirpar el órgano. El método es menos doloroso y permite una recuperación más rápida.
Sin embargo, si no hay necesidad de la cirugía, la madre todavía requiere un chequeo para asegurarse de que el problema está bajo control y la cirugía no es necesaria, incluso después de que la madre ha dado a luz.
Las madres con sobrepeso, diabetes o que siguen una dieta rica en colesterol o grasas tienen mayor riesgo de desarrollar problemas de vesícula biliar. Si la enfermedad es hereditaria, la madre debe procurar comer menos alimentos grasos y mantener un estilo de vida saludable, sobre todo cuando planea quedarse embarazada.