Posibles causas de la producción excesiva de saliva
La saliva es uno de esos trabajadores silenciosos de nuestro cuerpo a los que no damos importancia, ¡hasta que algo va mal! Normalmente, producimos entre 0,75 y 1,5 litros de saliva al día. Pero cuando este equilibrio de volumen se rompe y se acumula un exceso de saliva en la boca, puede resultar incómodo e incluso angustioso.
La saliva desempeña muchas funciones importantes: desde proteger la boca y los dientes de infecciones hasta ayudar a digerir los alimentos y facilitar el habla lubricando la lengua y la boca. Sin embargo, algunos factores pueden provocar una producción excesiva de saliva. Los problemas para tragar también pueden hacer que el exceso de saliva se acumule en la boca, lo que puede provocar babeo. El resultado son infecciones bacterianas y mal aliento. Esto también puede aumentar el riesgo de inhalar líquidos o alimentos en los pulmones.
Identificar por qué salivas mucho es el primer paso para solucionar el problema. He aquí algunas afecciones que pueden provocar una producción excesiva de saliva.
Adenoides inflamadas
El agrandamiento de las adenoides puede provocar un exceso de saliva en la boca. Las adenoides, el tejido situado detrás de la nariz y encima del paladar, forman parte del sistema inmunitario. Las infecciones pueden provocar su inflamación, una afección que suele afectar a los niños. Esta afección puede dificultar la deglución y, como consecuencia, provocar un exceso de saliva. Las personas con adenoides inflamadas también tienden a respirar por la boca porque su nariz está bloqueada y pueden experimentar síntomas como mal aliento, labios agrietados, secreción nasal y sequedad de boca. Otros signos de adenoides inflamadas son los problemas para dormir y las infecciones de oído frecuentes.
¿Qué hacer? Las adenoides agrandadas no necesitan tratamiento si no hay síntomas molestos. Tienden a reducirse de forma natural a medida que el niño crece. Si hay infección, el médico puede recetar aerosoles nasales con esteroides o antibióticos. En casos graves, puede aconsejarse una intervención quirúrgica para extirpar las adenoides.
Medicamentos
Ciertos tranquilizantes, anticolinesterásicos y anticonvulsivantes pueden provocar un exceso de saliva.
Qué hacer: Consulta con tu médico y averigua si algún medicamento que estés tomando tiene este efecto secundario.
Exposición tóxica
La exposición a sustancias tóxicas como pesticidas, mercurio o veneno de serpiente o insecto puede causar exceso de saliva. Los síntomas de intoxicación dependerán de la sustancia tóxica a la que hayas estado expuesto y pueden ir desde la producción excesiva de saliva y escalofríos hasta visión borrosa y dificultades respiratorias. Algunos signos generales que pueden indicar intoxicación son dolores de estómago, vómitos, confusión, desmayos y somnolencia.
Qué hacer: Busque atención médica de urgencia si ha estado expuesto a una sustancia tóxica o sospecha que puede haberse intoxicado.
Mononucleosis
La mononucleosis, una infección vírica que se transmite sobre todo por el contacto íntimo y la saliva, puede provocar salivación excesiva. Otros síntomas de esta enfermedad son fiebre, erupción cutánea, dolor de garganta, fatiga, dolor muscular, somnolencia e inflamación de los ganglios del cuello y las axilas.
Qué hacer: Su médico puede recetarle esteroides si su afección es grave. Mientras tanto, beber mucho líquido y descansar lo suficiente puede ayudar a su cuerpo a curarse. También puede aliviar el dolor de garganta haciendo gárgaras con agua salada. La fiebre asociada a esta afección suele desaparecer en unos 10 días y los ganglios inflamados se curan en aproximadamente un mes.
Faringitis estreptocócica
La faringitis estreptocócica es otra infección que puede provocar un exceso de saliva. Las bacterias responsables de esta afección son los estreptococos del grupo A. Los estreptococos se contagian a través de la sangre. El estreptococo se transmite a través de la saliva o los fluidos nasales contaminados de alguien que ya esté infectado. Otros síntomas comunes de esta afección son dolor de garganta enrojecida que puede presentar manchas blancas, fiebre repentina, escalofríos, dolor al tragar e inflamación de los ganglios del cuello. Es bastante frecuente entre los niños.
Qué hacer: Tu médico te recetará antibióticos para esta afección. Ten en cuenta que si una faringitis estreptocócica no se trata, puede causar complicaciones como enfermedad renal o fiebre reumática. Sin embargo, con el tratamiento adecuado, deberías mejorar en aproximadamente una semana. Prueba remedios caseros como té caliente con limón o miel para aliviar el dolor de garganta. También pueden ser útiles los líquidos fríos o los polos helados. Prueba también a utilizar un humidificador si sientes la garganta seca.
Amigdalitis
La amigdalitis es una afección en la que se inflaman las amígdalas, las glándulas que se encuentran en la parte posterior de la boca y al principio de la garganta. Suele deberse a una infección bacteriana, como los estreptococos. Si tienes amigdalitis, también puedes tener síntomas como dificultad para tragar, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor de oídos, dolor de garganta y sensibilidad en la mandíbula.
¿Qué hacer? Si no experimenta síntomas, es posible que no necesite ningún tratamiento para esta afección. Si la causa es una infección bacteriana, el médico puede recetarle antibióticos. En algunos casos, también puede recomendarse la extirpación quirúrgica de las amígdalas. Mientras tanto, remedios caseros sencillos como hacer gárgaras con agua salada y beber líquidos suaves y calientes pueden ayudar a aliviar el dolor de garganta.
Absceso periamigdalino
El absceso periamigdalino es una afección en la que se acumula pus infectado entre la pared de la garganta y las amígdalas. Se trata de una complicación poco frecuente de la amigdalitis que suele estar causada por una bacteria conocida como estreptococo betahemolítico del grupo A. Si padeces esta afección, puedes experimentar síntomas como fiebre, escalofríos, dolor de oídos, dolor intenso en la garganta que generalmente está en un solo lado, dolor al abrir la boca, dificultad para tragar, babeo, hinchazón de la cara o el cuello, dolor de cabeza y dolor en los ganglios de la garganta y la mandíbula.
Qué hacer: El médico le recetará antibióticos si la enfermedad se detecta a tiempo. Sin embargo, si se ha desarrollado un absceso, el médico tendrá que drenarlo con una aguja o mediante un procedimiento quirúrgico. En casos graves, puede ser necesario extirpar las amígdalas. Ten en cuenta que a veces los tejidos inflamados por esta afección pueden obstruir las vías respiratorias y causar problemas respiratorios. Si esto ocurre, necesitarás atención médica urgente.
Infecciones sinusales
Las infecciones por bacterias, virus u hongos pueden provocar la inflamación del tejido que recubre los senos paranasales. Además de un exceso de saliva, suelen provocar síntomas como mal aliento, tos, pérdida de olfato, fatiga, fiebre, dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolor de muelas, congestión nasal y dolor de garganta.
¿Qué hacer? Su médico puede recetarle antibióticos. En algunos casos, también puede recomendar una intervención quirúrgica para drenar los senos nasales o ampliar su abertura. Los remedios caseros, como el lavado nasal con suero salino, la inhalación de vapor y el uso de un humidificador, pueden ayudarle a tratar la congestión nasal. Además, asegúrese de ingerir mucho líquido para diluir la mucosidad. Evita las temperaturas extremas, volar en avión y agacharte cuando tengas los senos nasales congestionados.
Trastornos del sistema nervioso
Los trastornos que afectan al sistema nervioso pueden dificultar la deglución y dejar un exceso de saliva en la boca. Algunos trastornos que pueden hacer esto y provocar babeo son la esclerosis lateral amiotrófica, la parálisis cerebral, el autismo, el síndrome de Down, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple y el ictus. Diversos factores como las infecciones, los traumatismos, la degeneración, los defectos estructurales, los trastornos autoinmunitarios y la interrupción del flujo sanguíneo pueden dañar el sistema nervioso.
Algunos signos generales y comunes de un trastorno del sistema nervioso son hormigueo, pérdida de sensibilidad, dolor de cabeza constante, dolor de cabeza que aparece de repente, pérdida repentina de visión, visión doble, pérdida de memoria, falta de coordinación, debilidad muscular, dificultad para hablar, rigidez muscular, temblores, convulsiones y dolor de espalda que se irradia a otras partes del cuerpo.
Qué hacer: Deberá acudir a un médico especializado en afecciones neurológicas y es posible que tenga que realizarle numerosas pruebas para diagnosticar su enfermedad. El tratamiento prescrito según su diagnóstico puede incluir medicación, rehabilitación física o cirugía.
Alergias
Una alergia se produce cuando el sistema inmunitario, que defiende al organismo de sustancias nocivas como los gérmenes, reacciona por error contra una sustancia inocua. El entorno, así como su material genético, pueden desempeñar un papel en el desarrollo de una alergia. Entre las sustancias que suelen provocar reacciones alérgicas se encuentran el polvo, el polen, la caspa, ciertos alimentos, el moho, los medicamentos, las picaduras de insectos, etc.
Además de salivar mucho, también puede experimentar síntomas como secreción nasal, picor, estornudos y erupciones cuando tiene una reacción alérgica.
Qué hacer: Evitar las sustancias que pueden desencadenar una reacción alérgica es una forma eficaz de prevenir las alergias. Su médico también puede recetarle medicamentos como antihistamínicos, descongestivos o esteroides para tratar esta afección.
Rabia
La rabia es una infección causada por un virus que afecta a los nervios y al cerebro. Generalmente se transmite por el arañazo o la mordedura de un animal infectado. También puede transmitirse si la saliva de un animal infectado entra en contacto con una herida abierta, los ojos o la boca. Todos los mamíferos pueden ser portadores de este virus, pero es más frecuente en perros, gatos, murciélagos, mapaches, zorros, chacales y mangostas.
Si no se administra tratamiento, los síntomas de la rabia pueden aparecer entre 3 y 12 semanas después de la infección. Al principio, puede presentar fiebre alta, dolor de cabeza, ansiedad y molestias en el lugar de la mordedura. Unos días después, pueden aparecer otros síntomas como salivación excesiva, espuma en la boca, comportamiento agresivo, alucinaciones, espasmos musculares, dificultad para tragar y respirar y parálisis.
Qué hacer: Una vez que aparecen los síntomas de la rabia, casi siempre es mortal. Por eso es importante tomar ciertas medidas de protección si ha estado expuesto al virus de la rabia, por ejemplo al ser mordido o arañado por un animal infectado. Estas medidas son casi siempre eficaces si se inician antes de que aparezcan los síntomas. Esto es lo que tienes que hacer:
Si te ha arañado o mordido un animal, limpia inmediatamente la zona con agua corriente y jabón durante varios minutos y luego desinféctala con un desinfectante a base de yodo o alcohol.
Acude al médico lo antes posible. Su médico puede recomendarle una vacuna antirrábica y un medicamento conocido como inmunoglobulina.
Enfermedad por reflujo gastroesofágico
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es una afección en la que el contenido del estómago se desplaza desde éste hacia el tubo digestivo y lo irrita. La enfermedad por reflujo gastroesofágico se produce cuando el anillo de músculos situado en la parte inferior del tubo digestivo, conocido como esfínter esofágico inferior, se debilita. Esto impide que estos músculos se cierren correctamente y permite que el contenido del estómago se filtre en el conducto alimentario. Factores como el consumo de alcohol, la obesidad, el tabaquismo y el embarazo pueden aumentar el riesgo de padecer esta afección. También pueden hacerlo problemas médicos como la esclerodermia, en la que se observa un crecimiento anormal del tejido conjuntivo, y la hernia de hiato, en la que una sección del estómago se desplaza hacia la parte inferior del tórax. Ciertos medicamentos utilizados para tratar afecciones como el insomnio, el asma y la hipertensión arterial también pueden causar enfermedad por reflujo gastroesofágico.
Otros síntomas de la enfermedad por reflujo gastroesofágico son ardor de estómago, dificultad para tragar, sensación de que la comida está atascada detrás de las costillas, sibilancias, náuseas después de comer, tos, voz ronca y dolor de garganta. Los síntomas pueden empeorar después de comer, por la noche o al acostarse.
Qué hacer: Pueden ser útiles medidas como hacer comidas más pequeñas, evitar los alimentos que desencadenan los síntomas y controlar el peso. También puede utilizar medicamentos recetados, así como antiácidos, para aliviar los síntomas. En algunos casos, el médico puede recomendar una intervención quirúrgica.
Náuseas
Las náuseas son esa sensación de malestar que provoca ganas de vomitar. Y las personas suelen producir un exceso de saliva justo antes de vomitar. Muchos factores, como las infecciones, las migrañas, las náuseas matutinas, el mareo por movimiento, las intoxicaciones alimentarias y la quimioterapia, pueden provocar náuseas.
Qué hacer Puede ser útil evitar los alimentos sólidos durante unas 6 horas después de que cesen los vómitos. Además, asegúrese de ingerir mucho líquido para evitar la deshidratación. Por lo general, las náuseas no son motivo de preocupación, pero si además experimenta síntomas como sangre en el vómito, dolor abdominal intenso, dolor de cabeza y rigidez de nuca o ha estado vomitando durante más de 24 horas, acuda al médico.
Embarazo
Durante el embarazo puede producirse un exceso de saliva. Esto puede deberse a las náuseas o a un reflejo que se experimenta habitualmente durante el embarazo.
¿Qué hacer? No es motivo de preocupación y debería resolverse por sí solo.
La dentición en los bebés
Durante la dentición, tu bebé puede producir un exceso de saliva que le haga babear. La dentición también puede hacer que tu bebé muerda o roa y desencadenar síntomas como irritabilidad y erupciones cutáneas. También puede tener fiebre baja.
¿Qué hacer? Puede ser útil darle algo frío, como un polo vegetal, para que lo roa. Prueba también a masajear suavemente las encías del bebé con un dedo limpio para aliviarlas.