Lo que la falta de sueño provoca en el cerebro
Hubo un tiempo en que nadie sabía a ciencia cierta por qué dormíamos. Los investigadores propusieron teorías evolucionistas, según las cuales el sueño es necesario para ayudarnos a no meternos en líos y mantenernos a salvo de los animales que cazan tras la puesta de sol. Algunos investigadores también propusieron teorías fisiológicas y creyeron que el sueño era esencial para conservar la energía.
Sin embargo, estudios recientes han descubierto que la irregularidad o la falta de sueño pueden poner en peligro algo más que una mañana de mal humor, tanto si se es adulto como si se es niño. Para empezar, puede dañar gravemente tu función cerebral.
Disminución de la capacidad de memoria
A lo largo del día, tu cerebro establece un montón de conexiones y aprende cosas nuevas con cada hora que pasa. Pero no todas valen la pena. Por eso, el sueño es el momento en que las sinapsis del cerebro consolidan esta nueva información, almacenando la que necesita en la memoria permanente y podando la que no.
Los estudios demuestran que cuando el aprendizaje de una determinada tarea y el recuerdo de esa misma tarea estaban separados por una noche de sueño en lugar de la misma cantidad de tiempo durante las horas de vigilia, las personas recordaban mucho mejor la información.
Por lo tanto, es evidente que la irregularidad o la falta de sueño interrumpe la capacidad del cerebro para almacenar información vital, lo que a su vez afecta al proceso de aprendizaje.
Acumulación de toxinas en el cerebro
Las investigaciones demuestran que el sistema linfático del cerebro se abre por la noche y elimina todas las toxinas mientras dormimos. Esta eliminación de toxinas es más rápida y, por lo tanto, mucho más eficaz cuando se duerme que cuando se está despierto. Esto se debe a que el espacio entre las células cerebrales se expande drásticamente cuando duermes, expulsando así toda la «mugre» que hay entre ellas a través del líquido cefalorraquídeo.
La mayor parte de estos residuos cerebrales son una proteína llamada beta-amiloide. Sin el sueño adecuado, el cerebro no consigue eliminar esta proteína y permite que se acumule con el tiempo. Poco a poco, esta proteína forma ovillos y placas entre las células nerviosas del cerebro. Esto interfiere en la comunicación entre las células neuronales del cerebro, lo que provoca una función cognitiva deficiente y, en última instancia, aumenta el riesgo de convertirse en víctima de la enfermedad de Alzheimer.
Por este motivo, los trastornos del sueño o la falta de sueño están tan estrechamente relacionados con la enfermedad de Alzheimer. Los estudios muestran que los niveles de beta-amiloide en el cerebro disminuyen durante el sueño, mientras que otras investigaciones sugieren que el sueño puede facilitar la eliminación de beta-amiloide mediante la regulación del sistema glinfático del cerebro.
Disminución de la función cognitiva
El cerebro se duerme en diferentes etapas. Una noche típica de sueño de siete u ocho horas se compone de cinco ciclos de sueño diferentes, cada uno de los cuales dura unos noventa minutos. La última etapa, llamada sueño de movimientos oculares rápidos (MOR), es muy importante para la formación de la memoria y la función cognitiva. Durante el sueño REM, el cerebro experimenta niveles muy altos de actividad neuronal. Es la fase del sueño asociada a la ensoñación, durante la cual se transmiten constantemente impulsos neuronales entre la médula espinal, el cerebro y las estructuras vecinas. También es una fase en la que el flujo sanguíneo al cerebro es máximo, lo que contribuye a la consolidación de la memoria y la función cognitiva.
Las personas que sufren constantemente trastornos del sueño son más propensas a tener vasos sanguíneos más estrechos. Esto disminuye el tan necesario flujo de sangre oxigenada al cerebro, afectando así a su capacidad de almacenar información importante. Esto conduce inevitablemente a un deterioro cognitivo que se caracteriza por una disminución del estado de alerta, lapsos frecuentes de atención, respuestas lentas e inestabilidad durante las horas de vigilia.
Incapacidad para regular las emociones
La alteración o falta de sueño también hace que se centre más la atención en las emociones negativas, lo que le lleva a sentirse más estresado y enfadado. Esta volatilidad emocional puede deberse en parte a la interrupción de la conexión entre las áreas del cerebro que procesan y regulan las emociones. Un cerebro bien descansado muestra una fuerte comunicación entre la amígdala (la parte del cerebro que procesa tus emociones) y el córtex prefrontal medial (la parte del cerebro que ayuda a regular los sentimientos). Cuando se duerme menos, la comunicación entre estas partes del cerebro se interrumpe. Esto, junto con el deterioro de la capacidad de juicio y de toma de decisiones (debido a la disminución de la función cognitiva, que también es consecuencia del sueño irregular) empeora tu estado de ánimo en las horas de vigilia, provocando reacciones violentas e irracionales.