Hábitos diarios que afectan a su sistema inmunitario

¿Cuándo fue la última vez que dio las gracias a su sistema inmunitario? Todos los días trabaja duro para proteger al organismo de las infecciones. Esto es aún más importante durante la «temporada de gripe», cuando los gérmenes son fáciles de contraer, o si su compañero de trabajo o pareja está estornudando a mares. Sin un sistema inmunitario sano, enfermarías a diario. Pero no puede ir solo a la batalla. Tus hábitos y actividades cotidianos pueden ayudar o perjudicar a tu sistema inmunitario. Esta red de células, tejidos y órganos funciona gracias a tu estilo de vida, y de ti depende echarle una mano.

Cada pequeño movimiento suma. Puede que en este momento no parezca nada innovador, pero lo cierto es que todo marca la diferencia. Tu sistema inmunitario depende de ti.

Hazle un favor a tu inmunidad controlando estos hábitos. Con el tiempo, te lo agradecerá manteniéndote sano y saludable.

Dejas que se acumule el estrés

El estrés es una parte muy normal de la vida. En pequeñas dosis, alimenta la motivación y la productividad, ayudándote a hacer frente a la lista de tareas del día. La respuesta de «lucha o huida» aumenta incluso las células inmunitarias, como los linfocitos y los neutrófilos. El problema empieza cuando las cosas se descontrolan.

El estrés aumenta el cortisol, la hormona del estrés. En niveles elevados, el cortisol impide que el organismo suprima la inflamación y combata las enfermedades. Esencialmente, cuando estás bajo presión, también lo está tu inmunidad.

Dormir menos de 7 horas

Los adultos necesitan de 7 a 9 horas de sueño cada noche, pero casi el 30% no duerme lo suficiente. El auge de la tecnología no ayuda en absoluto. Si a esto le añadimos las exigencias del trabajo, tenemos una noche de insomnio.

Esto significa problemas de inmunidad. Aparte de los accidentes y la falta de concentración, la falta de descanso está estrechamente relacionada con las enfermedades. Dormir permite que las células inmunitarias aumenten y se redistribuyan a los ganglios linfáticos. Incluso ayuda al cuerpo a formar una memoria inmunológica para recordar a los «malos», lo que demuestra el poder del ojo cerrado.

Hacer demasiado ejercicio

Aclaremos una cosa: La actividad física es estupenda para el cuerpo. El ejercicio aumenta las células inmunitarias y combate la inflamación tan bien que puede controlar las enfermedades crónicas. La salud en general seguramente prosperará, pero es otra historia cuando te excedes.

El ejercicio refuerza la inmunidad al aumentar temporalmente el estrés oxidativo. Pero si sigues y sigues y sigues, ese estrés oxidativo se apoderará de ti. Los entrenamientos extenuantes incluso suprimirán las células inmunitarias, dejándote vulnerable a infecciones y enfermedades.

Estar sentado todo el día

Por otro lado, la falta de ejercicio no es mejor. Algunos dicen que es tan mala como fumar. La actividad física no sólo aumenta los linfocitos T colaboradores, sino que ayuda a la inmunidad a responder y adaptarse. El ejercicio también aumenta las proteínas que regulan la inflamación, un proceso importante detrás de innumerables enfermedades.

Una vez más, mantenerse activo es tan poderoso que puede controlar las enfermedades autoinmunes y reducir el riesgo de reaparición del cáncer de mama. Así que ¡levántate y muévete!

Beber demasiado alcohol

Si bebes, un cóctel o una cerveza de vez en cuando no hacen daño. Algunos tipos de alcohol tienen incluso beneficios para la salud. El vino tinto, por ejemplo, tiene más antioxidantes que el té verde y ácido elágico, una sustancia química que frena el crecimiento de la grasa. Pero eso no significa que el exceso de alcohol sea bueno para la salud.

Demasiado alcohol dificulta la labor de las células inmunitarias. En muchos casos, el alcohol hace que los órganos del cuerpo se ataquen a sí mismos. ¿Y si enfermas? Las enfermedades suelen ser más agresivas en los que beben mucho, así que ten cuidado.

Fumar cigarrillos

Desde dientes amarillos hasta cáncer de pulmón, las consecuencias de fumar no son nada agradables. También puedes añadir a esa lista una inmunidad deficiente. La nicotina, uno de los principales componentes de los cigarrillos, actúa negativamente sobre los glóbulos blancos llamados linfocitos. Los linfocitos T también pierden capacidad de respuesta, dejando que los gérmenes y los radicales libres se salgan con la suya.

Además, el hábito aumenta el riesgo de otros factores que destruyen el sistema inmunitario. El estrés, la inactividad física y los malos hábitos alimentarios están asociados al consumo de cigarrillos.

Comer alimentos procesados

¿Te gustan las comidas de caja y las cenas congeladas? Los alimentos procesados pueden ser baratos y fáciles, pero tienen pocos o ningún nutriente. Esto puede perjudicar gravemente a las células inmunitarias, que necesitan vitaminas y minerales para funcionar. Los alimentos son literalmente igual a combustible.

Por ejemplo, las vitaminas A y C activan las células inmunitarias a la vez que combaten el estrés oxidativo. Su carencia puede aumentar el riesgo de enfermedad, así que come mucha fruta y verdura. En cambio, los alimentos procesados no son ricos en nutrientes. Es cierto: somos lo que comemos.

Cómo ayudar a tu sistema inmunitario

Dedica tiempo a cuidarte y aliviar el estrés. Encuentra un hobby que te guste, ya sea hacer manualidades o escribir.

Da prioridad al sueño, por muy ocupado que estés. Te sentirás mucho mejor a la mañana siguiente.

Mantente activo. Basta con 30 minutos 5 días a la semana para cosechar los beneficios del ejercicio.

Bebe alcohol con moderación. Dos copas al día para los hombres y una para las mujeres.

Si fuma, deje de hacerlo. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero existen innumerables programas y expertos que pueden ayudarte.

Come alimentos de verdad, como frutas, verduras, carnes magras y cereales integrales.