Cuidado adecuado de los pies y consejos para cuidarlos

Los pies trabajan muy duro cada día. A cada paso, huesos y músculos trabajan juntos para llevarte del punto A al punto B. También soportan el peso de tu cuerpo y absorben muchos impactos. Por todo lo que hacen, los pies se merecen un poco de cariño. Sin embargo, a pesar de todo esto, el cuidado de los pies suele ser el último de la lista. Tendemos a centrarnos en las partes que la gente puede ver, como la cara, las manos y el pelo. Los pies están ocultos al mundo, así que ¿para qué prestarles atención? Todo parece un poco inútil.

Pues bien, tener unos pies sanos es realmente importante, ya que son propensos al dolor y al estrés. Además, la piel de los pies recibe menos atención que otras partes, a pesar de que es más propensa a desarrollar infecciones bacterianas y fúngicas. Básicamente, el autocuidado debe incluir el cuidado de los pies. Aprende a tratar bien tus pies. Es lo mínimo que puedes hacer por las partes del cuerpo que te permiten moverte cada día.

Lávate

La piel sana y normal alberga bacterias y hongos. Cuando sudas, la transpiración se mezcla con estos microbios y desprende un olor desagradable. ¿Y qué más si esa piel pasa todo el día en calcetines y zapatos?

¡Esto explica por qué los pies suelen apestar! De hecho, los niveles más altos de bacterias en el pie emiten un olor más fuerte, según el Journal of Applied Microbiology. Por lo tanto, es vital lavar y limpiar los pies todos los días. Cuando estés en la ducha, concéntrate en los pies y enjabónate. Limpia entre los dedos, ya que esta zona es el caldo de cultivo perfecto para los microbios.

Mantente seco

Lavarse puede ser importante, pero igual de vital es mantener los pies secos. La humedad es un entorno ideal para las infecciones fúngicas, como el pie de atleta o tinea pedis. Los síntomas son picor, enrojecimiento, grietas, descamación y dolor. Para prevenir infecciones como el pie de atleta, mantén los pies secos. Airearlos siempre que sea posible, sobre todo después de sudar tras hacer ejercicio o en un día caluroso, y evitar llevar calcetines o zapatillas de deporte húmedos.

Hidrata

La hidratación no debe limitarse a la cara y las manos. Los pies también necesitan hidratación. Cuídalos con mimo para evitar la incómoda sequedad y la descamación. Es la mejor manera de evitar los talones agrietados y dolorosos, un problema común que afecta a muchas personas. No sólo es antiestético, sino que puede doler de verdad. Lo peor es que la piel agrietada puede engancharse en los calcetines. Una crema hidratante espesa debería ser la solución. Entre las mejores opciones están el aceite de coco, la vaselina y la manteca de cacao.

Exfoliante

Hidratar la piel muerta no sirve de mucho, así que exfóliate los pies una vez a la semana. Así eliminarás las capas muertas y dejarás al descubierto una piel nueva y suave. Las piedras pómez funcionan perfectamente. Para unos pies especialmente ásperos, exfóliate con un exfoliante casero de azúcar o sal marina con aceite de oliva. Añade unas gotas de aceite de árbol de té o de lavanda para conseguir un efecto antibacteriano.

Enjabónate

De vez en cuando, date un baño de pies. Suavizará la piel, aliviará los músculos y provocará relajación. Es un sueño hecho realidad si estás todo el día de pie en el trabajo. Todo lo que necesitas es una pequeña bañera con agua caliente, pero puedes añadir sal de Epsom y aceites esenciales para conseguir un ambiente de spa. Sumerge los pies durante 15 minutos, sécalos bien y aplícate después una crema hidratante.

Usa calcetines

Además de proteger los pies del frío, los calcetines evitan el desgaste de los zapatos. También mantienen a raya el polvo, la suciedad y la mugre. Al sol, los calcetines también protegen de los dañinos rayos UV. De nuevo, haz lo posible por mantenerte seco. Si tus calcetines están húmedos, cámbialos por un par seco lo antes posible.

Lleve calzado adecuado

Lleve siempre zapatos cómodos que le queden bien. El calzado apretado puede dañar la piel, provocar infecciones y hacer que caminar sea un auténtico suplicio. Por otro lado, un calzado demasiado grande puede provocar lesiones. Sustituya el calzado viejo y desgastado cuando sea necesario. No pueden absorber el impacto del movimiento, por lo que serás más propenso a lesiones como las fracturas por estrés. Merece la pena invertir en calzado cómodo y de calidad.