Cómo cambia la vagina durante y después del parto
El cuerpo femenino ha sido bendecido con este órgano muscular llamado vagina que permite al feto venir a este mundo. Es difícil imaginar cómo puede salir la cabeza del bebé por un orificio tan pequeño. Sin embargo, el cuerpo de una mujer es capaz de maravillas: si puede albergar una vida en su interior, también puede permitir que crezca, se desarrolle y nazca en el mundo.
Cuando hablamos del parto, las mujeres sentimos aprensión por algunas cosas que son muy evidentes. La más importante es la salud del bebé: si la pequeña vida que ha permanecido en el cáliz del útero durante 9 largos meses se encuentra bien. La segunda es el dolor experimentado durante el parto y si seremos capaces de sobrevivir a él.
El tercer punto, que sigue siendo importante, es si nuestras vaginas volverán a ser las mismas después del parto.
El curioso caso de la vagina
La vagina está hecha para el parto: es una parte increíble de nuestro cuerpo que nos da el poder de dar a luz a un bebé humano.
El cuerpo de la mujer se prepara constantemente para el día del parto. Una serie de hormonas entran en juego, haciendo que nuestro cuerpo sea más eficiente para el parto.
Por ejemplo, la hormona estrógeno provoca un aumento del flujo sanguíneo a la vagina, mejorando su capacidad de estiramiento cuando el bebé se desplaza por el canal del parto. La hormona relaxina ablanda los ligamentos que rodean la región pélvica, lo que permite que las articulaciones se expandan durante el parto, facilitando el paso del bebé.
A pesar de estar preparada para la última frontera, la vagina sigue sufriendo magulladuras y se hiere durante el parto.
Parto y desgarro del perineo
El proceso del parto es como una experiencia traumática para tu vagina. Puedes sentir hinchazón y dolor ahí abajo después de dar a luz. Las abrasiones del parto pueden resultar dolorosas e incómodas durante unas 3-5 semanas. Aunque el dolor remitirá gradualmente con el paso de los días, es probable que las molestias aparezcan cuando te sientes, orines o incluso estornudes.
En el caso del desgarro del perineo, la zona entre la vagina y el ano sufre un corte durante el parto, que realizan los médicos para que pase el bebé sin romper los tejidos (la práctica llamada episiotomía se ha vuelto poco frecuente ahora).
Es posible que te den puntos y que la herida tarde unos 10 días en cicatrizar. El desgarro del perineo es frecuente durante el primer parto. A continuación te explicamos cómo evitar un desgarro perineal.
Si te han practicado una cesárea, es posible que tu vagina no experimente un estiramiento de tal magnitud. Sin embargo, si has pujado antes de la cesárea, tus partes íntimas, incluidos el cuello uterino, el perineo y la vagina, seguirán sometidas a tensión. El estiramiento vaginal y las molestias posteriores son evidentes si estabas a punto de coronar (la cabeza del bebé estaba a punto de salir) pero tuviste que someterte a una cesárea más tarde.
La vagina después del parto
Lo cierto es que tu vagina no será la misma después de haber dado a luz. Dicho esto, la diferencia no es distinguible a menos que hayas sufrido un desgarro de periné de tercer o cuarto grado durante el parto.
No obstante, tu médico te aconsejará que te abstengas de mantener relaciones sexuales durante las 6 semanas posteriores al parto, independientemente de que hayas tenido un parto por cesárea o vaginal.
Los ejercicios de Kegel pueden ayudar a fortalecer los músculos pélvicos, así como a tensarlos. Puedes empezar a practicar estos ejercicios uno o dos meses antes del parto y continuarlos después del nacimiento.
No hay ninguna seguridad de que tu vagina tenga la misma forma y tamaño, pero eso no importa realmente porque el sexo seguirá siendo placentero. De hecho, tener un bebé puede hacer que tú y tu pareja estéis más unidos.
Sin embargo, tu médico te dará luz verde para mantener relaciones sexuales sólo después de una revisión médica, 6 semanas después del parto. Evita utilizar tampones o introducir cualquier cosa en el interior de la vagina. Espera a estar completamente curada para prevenir el riesgo de infección.