Cómo asegurarse de no arrepentirse de hacerse un piercing

Aunque los piercings simbolizan las diferencias de género en la mayoría de las culturas, muchos millennials los consideran una de las formas más actuales de adornar el cuerpo humano. Para muchos, un piercing y un tatuaje figuran uno al lado del otro en su lista de «las cosas más rebeldes que se pueden hacer». Aunque los piercings llevan mucho menos tiempo que un tatuaje, ambos exigen un conocimiento exhaustivo de los riesgos, las precauciones y el protocolo de cuidados.

Sé proactivo a la hora de soportar el dolor en nombre de un cambio de imagen. Los siguientes consejos te guiarán para evitar complicaciones desagradables para que no te arrepientas de tu decisión de hacerte un piercing.

Ten cuidado con cualquier signo de alergia

Si su piel se convierte en picazón, rojo e hinchado después de conseguir un piercing hecho indica que su piel está reaccionando al contenido de níquel en la joyería. El níquel se añade a menudo para reforzar el oro, pero tiene fama de causar una angustiosa alergia cutánea. Para evitar las alergias, puedes utilizar joyas fabricadas con metales no alérgicos como el niobio, el titanio o algunos tipos de acero inoxidable.

Busca ayuda médica inmediata para las infecciones

Es natural que sientas cierto dolor alrededor del piercing hasta que se produzca la curación completa. Sin embargo, si experimentas fiebre, enrojecimiento e hinchazón alrededor de la parte del cuerpo perforada, acude rápidamente al médico. Las infecciones de la piel pueden extenderse y causar complicaciones potencialmente mortales si no se tratan.

Cuidado con los piercings orales

Hacerse un piercing en la lengua, los labios o las mejillas no sólo es una opción de moda arriesgada, sino también potencialmente peligrosa. Muchas veces, las personas que se colocan barras, anillos y tachuelas en la boca acaban astillándose o rompiéndose los dientes y sufriendo importantes problemas de salud bucal. En casos extremos, el piercing podría impedirte respirar, comer o hablar correctamente.

Como la boca humana está repleta de bacterias, debes cepillarte los dientes dos veces al día y utilizar enjuagues bucales antibacterianos para evitar cualquier posibilidad de infección.

Hazlo con un experto certificado

Las enfermedades transmitidas por la sangre pueden propagarse fácilmente a través de equipos como las pistolas y las agujas que se utilizan para los piercings. Asegúrate de que te haces el piercing en un lugar en el que se siga correctamente el protocolo de desinfección. El perforador debe ser un profesional certificado que lleve guantes y utilice agujas estériles para el procedimiento. El riesgo de infectarse con hepatitis B y C, tétanos, VIH o cualquier otra infección bacteriana es muy bajo si te lo haces de la forma más segura posible.

Evita los descuidos y muévete con cuidado

Los piercings pueden engancharse fácilmente en la ropa y provocar lesiones accidentales. Una vez que te hagas un piercing, ten cuidado al vestirte y ten la presencia de ánimo adecuada para evitar hacerte daño hasta que se haya producido la curación completa.

Cuidados posteriores adecuados

Pregunta a tu perforador cómo cuidar tu nuevo piercing. Independientemente del lugar donde te lo hagas, no lo manipules siempre. No te bañes en el agua hasta que el piercing se haya curado. Lava el piercing, excepto los de la boca, con agua salada o agua jabonosa suave dos veces al día. En unas seis semanas, tu piercing se habrá curado.

No te hagas un piercing si ya tienes mala inmunidad o enfermedades como la diabetes. Independientemente de dónde te hagas el piercing, asegúrate de hacerlo con absoluta convicción. No dejes que nada ni nadie te obligue a hacerte un piercing. Si el periodo posterior al piercing transcurre sin complicaciones de salud, seguro que lo consideras una buena decisión para el resto de tu vida.