Cómo afecta el trauma al cerebro y al cuerpo
Los traumas pueden adoptar muchas formas. Puede incluir desde lesiones físicas hasta situaciones estresantes. Algunos ejemplos son los accidentes de coche, las catástrofes naturales y la muerte de un ser querido.
Los traumatismos físicos son más frecuentes de lo que se cree. Es la principal causa de muerte entre las personas de 1 a 44 años, incluso más que el cáncer y las enfermedades cardiacas. En todo el mundo, representa el 10% de las muertes y el 16% de las discapacidades, según la Organización Mundial de la Salud.
Incluso la salud mental puede verse afectada. Pero a diferencia del trauma físico, el trauma psicológico puede desarrollarse con o sin una lesión. Basta con una experiencia peligrosa o que ponga en peligro la vida.
Cuando se produce un trauma, puede afectar al organismo de las siguientes maneras.
Respuesta al estrés
No hay duda de que un trauma es estresante. En cuanto ocurre, la respuesta al estrés se pone en marcha.
Al principio, la respuesta de lucha o huida activa el modo de defensa. ¡Puede salvarte la vida! Sin embargo, si el estrés persiste, puede provocar problemas de salud como dolores de cabeza, insomnio y problemas digestivos.
Con el tiempo, el estrés crónico puede convertirse en una bola de nieve que provoque enfermedades más graves. Enfermedades cardiacas, hipertensión y obesidad son sólo algunas de las posibilidades. La inmunidad también puede caer en picado, aumentando las probabilidades de resfriados e infecciones.
Emocionalmente, las personas sienten el estrés traumático de distintas maneras. Se asocia con tristeza, ira e irritabilidad. Algunas personas pueden desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Inflamación
Si quiere entender cómo afecta el trauma al organismo, céntrese en la inflamación. Esta respuesta protectora, provocada por el estrés, tiene como objetivo reparar el organismo. Tanto la curación como las complicaciones están impulsadas por la respuesta inflamatoria.
A los 30 minutos de una lesión grave, la inflamación se pone manos a la obra. Activa las plaquetas para favorecer la coagulación, con la esperanza de detener la pérdida de sangre. También se liberan mediadores inflamatorios para alertar al sistema inmunitario. A su vez, los glóbulos blancos acuden a la lesión para destruir los agentes patógenos dañinos.
Al mismo tiempo, la inflamación daña el tejido sano. A medida que los mediadores inflamatorios se desplazan hacia la lesión, son «absorbidos» por los órganos cercanos. Este proceso puede dañar los órganos y causar aún más problemas.
Deterioro del sistema inmunitario
Los traumatismos pueden mermar considerablemente el sistema inmunitario. Todo ello se debe a la respuesta inflamatoria, que altera el equilibrio inmunitario y la resistencia a las infecciones.
Gran parte de este desequilibrio está causado por el daño tisular. A medida que los glóbulos blancos acuden a la lesión, se liberan restos celulares nocivos. El sistema inmunitario también se ve expuesto a antígenos denominados alarminas. Estas moléculas sirven para alertar a la respuesta inmunitaria, pero también pueden estresarla.
Incluso un trauma psicológico puede suprimir el sistema inmunitario. Cuando el cerebro está estresado, se liberan hormonas como el cortisol. Con el tiempo, esas hormonas pueden reducir las funciones normales del organismo y disminuir la inmunidad.
Mayor riesgo de sepsis
Cuando la inmunidad está gravemente deteriorada, la respuesta a una infección puede provocar una inflamación generalizada. Esta afección potencialmente mortal se denomina sepsis. En la unidad de cuidados intensivos quirúrgicos, es una de las principales causas de muerte. Entre el 28% y el 50% de los pacientes fallecen.
Esta infección generalizada suele estar causada por bacterias. Pero también puede provenir de hongos y virus, y a veces incluso de infecciones localizadas. Y como los efectos secundarios de la sepsis son similares a los de otras afecciones, puede ser difícil de diagnosticar. Los síntomas son fiebre, escalofríos, confusión y taquicardia.
Flujo sanguíneo deficiente
La sepsis también afecta al flujo sanguíneo. La inflamación provoca coágulos y fugas en los vasos sanguíneos, lo que priva a los órganos de oxígeno y nutrientes. Como resultado, los órganos resultan dañados. Los casos graves pueden provocar un fallo multiorgánico y la muerte.
Los problemas con el flujo sanguíneo pueden desarrollarse sin sepsis. Tanto las hemorragias externas como las internas intensas pueden hacer que el organismo entre en shock. Esta afección potencialmente mortal también priva a los órganos de oxígeno y nutrientes, lo que aumenta el riesgo de fallo multiorgánico. Los síntomas más frecuentes son ansiedad, dolor torácico, confusión, respiración superficial e inconsciencia.
Además, cuando el cuerpo se lesiona, la sangre se redirige al cerebro y se lesiona. También puede impedir que los órganos reciban la sangre que necesitan.
Daños respiratorios
A menudo, los órganos respiratorios son los más afectados, dando lugar a una afección denominada síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). Es responsable de entre el 50 y el 80 por ciento de las muertes, lo que lo convierte en uno de los efectos secundarios más graves de los traumatismos. El síndrome de dificultad respiratoria aguda también está relacionado con estancias hospitalarias más prolongadas y un peor estado de salud a largo plazo.
Como era de esperar, los pacientes mayores de 65 años son los que tienen mayor riesgo de padecer síndrome de dificultad respiratoria aguda.
Problemas de salud mental
Los traumatismos también afectan a la salud mental y emocional. Al fin y al cabo, puede ser difícil olvidar un suceso impactante, ya sea una lesión o la muerte de un ser querido.
Los síntomas más comunes son ansiedad, tristeza, falta de concentración y problemas para dormir. Normalmente, el escozor de un acontecimiento traumático disminuye con el tiempo. Sin embargo, en algunos casos, a una persona puede resultarle difícil volver a su rutina normal. Los flashbacks, las emociones erráticas y las pesadillas pueden alterar las relaciones y la vida cotidiana.
Incluso la memoria puede verse afectada por el trauma. Cuando el estrés extremo provoca inflamación, las neuronas del cerebro mueren. Además, las citoquinas están muy presentes en el hipocampo, la parte del cerebro encargada de la memoria.
Obviamente, los efectos exactos del trauma dependen del tipo y la gravedad. También es diferente para cada persona. Desde el punto de vista de un médico, esto es exactamente por qué el trauma puede ser tan difícil de tratar.